Por primera vez... me lanzo a iniciar una historia, ojala les guste comenten correcciones o errores... siganme si les agrada, necesito de su opinion.

Mi BLOG http://veloysabras.blogspot.com/ ese si es algo lindo :) veanlo! (L)

2


-Cloe… -dije despacio, tito levanto la mirada.
-¿Vamos? –dijo parándose.
-Si… -dije sin darle importancia.
Su auto cada vez más viejo estaba  inundado por un olor a perfume “Lacoste”. Vi como el asiento mostraba una mancha de la sombra de ojos de Cloe, por razones que no comprendo nunca a sabido maquillarse sin manchar algo.
-¿Qué fue todo lo de Alexia? –dijo poniendo el motor en marcha.
-ese chico quería conocerla, y yo tenia ganas de ver sufrir a Alexia –dije riendo mientras  bajaba la ventanilla.
-¿Qué hiciste para que Alexia aceptara? –dijo distraídamente.
-Me debe dinero –Cloe rió.
-¿volveremos a  venir después del loquero?
-Sí, supongo que tu quieres venir a escuchar a las bandas, además, Alexia dijo que nos mataría si volvíamos a dejarla varada en algún lugar –reímos al recordar cuando el cansancio nos gano y no fuimos a recogerla, Alexia llego con los pies hinchados al internado y la castigaron por retraso.
-¿No te molesta?
-no… -dije revisando mi bolso.
-de acuerdo, si cambias de opinión llámame –dijo deteniéndose junto al edificio mas odioso del mundo, lleno de personas que dicen “tratar de comprender”.
-hola –salude a la secretaria de Simón mientras  me sentaba en la sala de espera, junto a un chico Punk con el que había hablado muchas  veces, según yo, él es normal igual que cualquiera, pero sus padres no lo creían. Al parecer dentro de sus expectativas no estaba “tener gustos diferentes”, la verdad no sé como soporta a  su familia, aunque al igual que yo, cuenta los años que faltan para sus 18 años, pero a diferencia de mi, el no repitió un año escolar, lo que significa que en 2 años “será libre”. Le envidio, yo a su edad, contaba  los “3 años”.
Vi a otra chica, quien estaba sentada lo mas  lejos posible del chico Punk, como muchos, ve su estilo de vida como un derecho, no como una suerte, lo que la lleva a tener muchos prejuicios, en especial con los que no tienen suerte, o con los que no comparten su modo de ver el mundo.
-hola –salude a Víctor (el chico Punk).
-hola –se quito los audífonos y apago su i-pod -¿Cómo estas?
-bien –dije sonriendo –contando años –bromee -¿y tu?
-mejor –dijo despacio mirando en dirección a la oficina de la secretaria –los convencí.
-¿iras a un internado? –dije igual de despacio. Para un chico como él o yo, era mejor estar en un internado (en parte), ya que al tener la presión de tu entorno todo el día, lo más próximo a la “libertad”, era un intermedio, o así es mi forma de verlo.
-sí –dijo algo feliz. Se rasco su pelo extremadamente corto (y disparejo) –entrare yo y algunos de…
-¿a cual iras? –dije, ya que comprendí que se refería a sus amigos, él no los llamaba así, ya que se veían mas como “hermanos”, pero no les daba ese nombre con Simón o su secretaria tan cerca, ya que Simón solía decir que eso era “buscar un reemplazo de la familia” y, obviamente presiona para encontrar algún “porque”.
-no lo sé. Tu sabes que aquí no hay muchos, y mis padres no gastaran mucho dinero en algo que no aprueban del todo, creo que iré a uno de algún otro estado, así podrán decir “se fue a estudiar” –hizo una mueca de desacuerdo.
-si te vas, ¿cambiaras de loquero?
-tal vez, lo mas probable es, que valla a  otro, pero de todas formas  mis padres querrán que yo venga acá una vez al mes o algo así –pensó un minuto –para ver si hay “progresos”
-una vez al mes, no sabes como te envidio –dije pensando en mi visita por semana.
Se abrió la puerta de la oficina de Simón.
-Tania, puedes pasar –dijo la secretaria.
-aquí vamos de nuevo –giré los ojos en circulo. Víctor rió.
Entre, Simón como siempre con una sonrisa que me enfurecía. Me senté en el sofá siguiendo la rutina de siempre.
Sonreí cínicamente, igual que siempre, aunque obviamente era inútil, Simón sabía tanto como yo, que yo no quería estar ahí.
-hola Tania –dijo despacio, como si se tratara de un paciente de sanatorio mental.
-hola Simón –decir su nombre, ya había aprendido que con solo un “hola” le daría la entrada a una discusión de “¿estoy cansada?” o un “que sucede”.
-¿Cómo van tus vacaciones?
-bien –respondí bastante molesta, ya que él dificulto mis salidas, los padres de Cloe tuvieron que “convencer” a mi abuelo de permitirme ir con su familia en un viaje a Italia, ya que Simón no estuvo de acuerdo, y por poco no puedo ir a la playa con Alexia.
-¿Cómo has estado hoy? –dijo observándome cuidadosamente. Tratando de encontrar la forma de llegar a temas desagradables (o al menos para mí, él parece disfrutarlo)
-Bien – ¿Qué más espera que yo responda?
-¿Solo bien? –indago.
-Sí, no e tenido problemas –respondí sin mover mi rostro.
-¿Qué problemas podrías tener? –Dijo –digo… en un día normal.
-Ninguno la verdad, supongo, nada mas las cosas ordinarias –miraba el reloj de la pared constantemente.
-¿estas apurada? –Dijo viendo el reloj de la pared –recién comenzamos.
-no, no estoy apurada –conteste.
-¿Tienes que hacer algo mas? –estúpido, estúpido, estúpido. Por eso estás soltero.
-No –dije lentamente.
-¿aras algo después de esta cita? –dijo notando mi cínica “calma”
-iré al café –no era necesario especificar que él dudaba si eso era “bueno” para mí.
-¿a trabajar? –Anotó algo en su libreta -¿de noche?
-no, iré a escuchar a las bandas que tocaran –dije cortante.
-¿Cuánto tiempo trabajas? –esto ya se tornaba aburrido. Me preguntaba eso todas las veces que hablaba del Café de Lenny, tratando de ver si le eh mentido.
-tres horas, a las cinco empiezo –dije adivinando la siguiente pregunta.
-¿no crees  que tarde salir a las ocho? –dijo.
-no –respondí enfadada.
-¿Cuándo estudias?
-no lo hago, mis calificaciones  van bien y no me hace falta repasar después de clases, cuando es necesario, lo hago en el internado y no salgo.
-¿Cuál es el limite de salida de tu internado? - ¿Por qué preguntaba si ya lo sabia? el mismo había ido a preguntar para comprobar si mentía, no puedo comprender porque cree que yo creo que me beneficia mentir.
-las nueve y media, a veces diez de lunes a  viernes, las una de  viernes a sábado y no se sale los  domingos, o al menos para mi para mi clase.
-antes era a las once –dijo subiendo los lentes hasta el principio de su tabique.
-ahora somos mayores, tenemos mas libertad.
-Libertad –repitió. ¡Como fui tan tonta! Tengo claro que esa es una de las palabras prohibidas, una de la palabras que no hay que mencionar, o al menos que no te importe hablar sobre ello durante horas -¿Qué es la libertad para ti?
-tomar tus propias decisiones –respuestas de rutina.
-¿Cómo cuales? –dijo.
-Que comer, que hacer, donde ir –respondí mirando el reloj.
-¿A dónde vas, cuando tienes esa libertad? –una sonrisa curvo sus labios. Aquí lamentablemente, porque me obligan. Me gustaría responder.
Así continuó unas dos horas. Soportarlo me es difícil, y más aun tomando en cuenta que busca el modo de hacerte la vida mas complicada.

1

-Uno… dos… ¿probando? –Dije con fastidio mientras varias personas me miraban desde las mesas –uno dos… dejen propina –todos rieron despacio-uno… dos... la-la-la ¿ya esta? –dije con impaciencia.
-una vez más –respondió Tito quien supuestamente “terminaba” de ajustar el sonido.
-uno, dos ¡ey! –dije al escuchar mi voz, ya que sonaba como si hubiera respirado helio. Todos reían.
-¡Chicos! –dijo Lenny asomándose por la ventana de su oficina.
-lo siento –dijo Tito.
-Tania –me llamo Alexia desde la barra, señalando una bandeja con una orden lista.
-ya voy –dije aliviada de bajar del pequeño  escenario, con tantas miradas me siento incomoda.
-no hemos terminado –protestó Tito
-Alexia te ayudara –sugerí.
-Alexia no esta de acuerdo –dijo ella mientras  patinaba hacia una mesa.
-¿Cloe? –mire hacia la punta del escenario donde se estaba quitando los patines, ya que su turno terminaba.
-bueno –dijo alegremente –luego quieres que te lleve a…
-sí –dije antes de que terminara la frase –aunque  mi turno todavía no termina.

-sabes que él quiere que tú lo ayudes –murmuro Alexia cuando me acerque a tomar la bandeja.
-bueno, tendrá que resignarse –dije tomando la bandeja.
-¿luego del loquero vendrás a ver a las bandas o volverás al internado? –dijo mas despacio aún.
-lo que prefieras tu y Cloe –dije revisando que el pedido estuviera bien.
-Por mí volvemos, aunque Cloe querrá venir.
-vengamos –le guiñe el ojo y patine hasta la mesa  23.
Agradecí que Lenny hubiera  agrandado el café, antes patinar entre las mesas sin cruzarte con otro mesero era imposible, ahora casi no los rozaba.
-lo siento por la demora –dije sonriendo mientras llegaba.
-¿abren en las noches? –pregunto uno de los chicos que había pedido waffles. Aunque suene extraño ya que estaba oscureciendo.
-Si –dije concentrándome en no derramar nada.
-¿Sirven tragos o solo es una cafetería? –añadió mas fuerte exigiendo mi atención.
-Si, claro, aunque no mucho, a Lenny prefiere el ambiente “pacifico”, además, hoy es noche de bandas.
-genial –murmuro otro chico.
-¿Algo mas? –dije con prisa. Negaron con la cabeza  y me marche.

Entraron nuevos clientes, mire a mi alrededor para ver si alguien mas pensaba atenderlos, no tuve tanta suerte.
-hola, ¿los ayudo en algo? –dije sacando la libreta y el lápiz del bolsillo de mi minifalda.
-un café cortado y… unas donas –se adelanto el chico, al cual ya lo había visto venir algunas veces.
-¿Te conozco? –dijo la chica mirándome extraño.
-No lo sé, ¿has venido antes? –dije extrañada.
-¿no eres Tania-la-tarada? –rió. Me moleste – ¿huerfanita la loquita? –Rió de nuevo, yo ya estaba harta -¿solita estas tany, tany, no te quieren tany, tany, donde esta tu mami, tany, tany? –dijo con una melodía que no había escuchado en años, desde que fui a un colegio cerca de la casa de campo de  mis  abuelos.
-¿Vas a  pedir algo? –dije cortante, note como Alexia comenzaba a hacer sonar los huesos de sus manos. Ella rió -mi nombre es  Tania, ¿Vas a pedir algo? –repetí mientras Alexia, con el seño fruncido miraba a la chica.
-cálmate un momento –dijo con una sonrisa –has cambiado mucho… -murmuro mientras me miraba –ya  no tienes aparatos, y veo que ya no tienes la cintura de un cuadrado –el chico se puso tenso -¿Cuántos han pasado, cinco años?
-más o menos –gruñí -¿Vas  a pedir algo?
-¿sigues estando sola? –dijo. Fue el colmo, o al menos para Alexia.
-¿herir a las  personas  es divertido? –dijo Alexia. La chica  se puso seria –si no pides tu maldita orden averiguare que tan divertido es.
-¿tienen que defenderte? –Dijo mirándome –morenita –dijo con desprecio volteándose hacia Alexia -es mejor que no te metas.
-¿morenita? –repitió despacio Alexia echa una furia -¿me vez cara de  Michael jackson? Mi color no se me hace un problema, lo que si es un problema, es la gente como tu.
-¿Vas a  pedir algo? –dije empujando a Alexia que apenas se puso en pié con los patines y se alejó de la mesa.
-el tema  ya no es contigo loquita –dijo con indiferencia. Acerque mi rostro al suyo, poniendo las manos en la mesa e inclinándome hacia ella.
-o pides algo, o suelto a la bestia –dije -¿crees que Alexia solo habla?
-veo que esta igual de loca que tú –dijo despacio, lo suficiente para que solo yo la oyera -Me voy de este…. –no termino la frase, ya que Alexia se estaba volteando, todavía con los puños cerrados.
Cuando ya se marcho, Alexia entro a la oficina de Lenny, era una suerte que nos diera la autorización para trabajar en el Café de su tío (Lenny).
Me hirió escuchar aquella chica, y aquella canción, ya que malos recuerdos la acompañaban, pero no pensaría en eso, hoy tengo una cita con Simón (el loquero) y no creo que sea  bueno que me vea  afectada, ya que suele exagerar cualquier tipo de “suceso-no-feliz” que me ocurre, por no decir que llevo años tratando de convencerlo de que ya eh superado cualquier tema relacionado con “ser huérfana”, cosa que ni el ni mi abuelo creen, da igual, solo son… recuerdos, ya no pueden afectarme… no pueden, no pueden.
-no pueden –como una boba pensé en voz alta.
-¿no puedo…? –dijo el chico que seguía sentado.
-no puedes estar con gente como ella –invente rápidamente.
-lo sé, esta era  nuestra “primera cita” –rió.
-vaya… lo siento –dije rápidamente.
-no…no fue tu culpa ella---
-entonces un café cortado y unas donas –cambie de tema.
-y el numero de tu amiga –rió.
-¿Alexia? –el asintió. Me sorprendió, Alexia  no ha salido con nadie en unos dos meses, luego que rompió con su novio.
-o quizás algo mejor –sugerí.
Patine hasta chocar torpemente con la puerta de la oficina de Lenny.
-Lenny, ¿me prestas a tu sobrina unos minutos? –Alexia me miro con curiosidad.
-bueno, después hablamos –respondió Lenny.
-¿Qué sucede? –dijo al cerrar la puerta detrás de ella.
-Me debes dinero ¿no es así? –cambio su rostro.
-dije que lo sentía, por ahora no tengo dinero hasta que Lenny pague a fin de mes –se disculpo, al ver mi sonrisa no comprendió.
-sales con él –lo señale con el dedo al tiempo que él se volteaba –por hoy, y no me debes nada -tu turno ya termino, estas libre –dije yo sonriendo.
-te aprovechas de que  no necesitas el dinero.
-¿prefieres pagarlo?
-no –gruño. Se dirigió a marcar la ficha de salida. Sonreí ante su derrota… y mi victoria, obviamente.
Me dirigí a la mesa del chico.
-te acompañara, hasta… no lo sé, hasta que ya no te soporte –bromee.
-¿Cómo una sita? –una sonrisa  se le escapo.
-algo así… -pensé -¿traigo tu pedido o…?
-esperaré a que ella venga –me interrumpió.
-bueno –mire el reloj –no lo arruines –le guiñe el ojo y fui a marcar mi ficha de salida. Mire a Cloe, quien estaba… bueno, no sé que hacia, pero se que algo con lo cables de un parlante. Ataje a Tito mirándome, justo antes de que se volteara, estaba junto a Cloe.
Alexia me esperaba junto a las fichas.
-¿Cuándo dejaras de ir? –dijo Alexia apoyándose derrotada contra la pared.
-cuando ya no dependa de mi abuelo –dije cansada.
-pero cumples 18 en un año… -protesto al ver como yo me “rendía” en mi lucha contra mi abuelo.
-Sí, pero saldré del internado en 2 años –murmure- si no hubiera repetido ese entupido año… quedaría menos.
-pero quizás no nos hubiéramos conocido –dijo abrasándome.
-¿acaso no lo encuentras guapo? –cambie de tema, mientras miraba al chico que esperaba.
-si… algo –dijo orgullosamente Alexia, no le gustaba admitir que yo tengo razón.

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